En una parte montañosa de los Andes colombianos, rodeado por el río Blanco que limita al municipio de Ipiales en el departamento de Nariño, se encuentra un pequeño pueblo llamado Aldana . Allí, en la explanada, era costumbre ver un grupo de mujeres campesinas que se confundían con la hierba verde y las flores amarillas de cuatro pétalos, llamadas nabos.
El viento de la zona, acompañado por el ruido de los aviones, hacía levantar la mirada triste pero esperanzadora de casi 70 mujeres cabeza de hogar que a diario llegaban al aeropuerto de San Luis, que sirve a Ipiales y a otros municipios de la región, en busca de un sustento que mejorara la calidad de vida de sus comunidades.
Durante varias horas, un cuchilla metálica en forma de medialuna llamada ”hoz” , salía y entraba de los arbustos cortando el prado y la maleza que cubre los alrededores de la pista de este antiguo aeropuerto . Son las mujeres campesinas que hacían este oficio con el fin de llevar comida para sus animales de cría, como cuyes y conejos .
Esta población, de muy bajos recursos, tiene la fortuna de estar cerca a este terminal aéreo y tener la autorización para entrar a la zona verde , previo cumplimiento de todos los requisitos en materia de seguridad AVSEC, convertirse en aliadas y aprovechar los recursos adicionales que produce este aeropuerto; pues este pasto forma parte importante de la economía de estos hogares.
Sin embargo, como consecuencia de la pandemia que se vive en el mundo entero , estas mujeres se quedaron sin ese sustento diario que producía el corte de la hierba y entraron a formar parte de esos miles de colombianos afectado por las medidas estrictas de seguridad para evita la propagación del Coronavirus .
Volver al aeropuerto, reactivar los vuelos nacionales, no solo será, para unos, motivo de felicidad para ver la llegada y salida de los aviones, sino también será, para los habitantes de esta región y los viajeros, el espacio para disfrutar de un cuadro pintoresco que reflejan las mujeres berracas, todo terreno o mujeres “Guarme” como se diría en esta zona, que cortan el prado con la hoz como ningún otro campesino que se aprecie de ser el mejor segador.